He tenido la suerte de leer el libro «Los procesos de cambio de la persona. LLegar a ser quien soy» del profesor D. Antonio Piñas Mesa. A parte de ser muy interesante el tema tratado, tengo que resaltar la calidad técnica del texto, la abundante fundamentación filosófica, antropológica y psicológica que la respalda, y el hecho de que el autor lo hace sencillo, ameno y comprensible para cualquiera que tenga curiosidad y que como yo, carezca de conocimientos «profundos» o «someros» de estas disciplinas, por lo que recomiendo a todos su lectura.
En el prólogo, el autor Carlos Díaz nos invita a sumergirnos en el libro y ya nos pincela alguna de las notas, que luego Antonio Piñas va a desarrollar en mayor profundidad. Es un librito de bolsillo, de apenas 150 páginas pero que encierra una gran sabiduría entre sus hojas, para conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás. Con un mensaje de gran esperanza, todos podemos llegar a ser, el yo que debemos ser, personal e irrepetible. Independientemente de las circunstancias que nos rodean.
Dice Carlos Díaz (autor del prólogo) en la p.16: «Fortaleza: el poder del querer. Carácter, el querer del poder. Si poder no siempre resulta posible, querer sí: para poder querer basta con quererlo, basta con querer querer. Quien no quiere querer no puede poder. Para querer no basta con saber, hay que querer pasar a la acción. Ahora bien, pasar a la acción, vivir, significa enfrentarse con dificultades.»
Parece un juego de palabras o un traba lenguas, pero cuando se medita sobre estas frases se comprende fácilmente el mensaje que quiere transmitir. El famoso refrán de «querer es poder» podría resumir muy bien la idea. Dice más adelante en la p.17: «La persona valiosa se levanta tras la experiencia dolorosa sin consumirse en la inacción de la frustración: nuestra vida es un trampolín, no una hamaca. /…/ Todo fracaso nos brinda una nueva oportunidad. Fracasado es quien ha cometido un error, pero no es capaz de transformarlo en experiencia: los errores suelen ser el puente que media entre la inexperiencia y la sabiduría, por eso en el fracaso hay dos tipos de clase: primera clase y ninguna clase. No te importe el fracaso, siempre que no te resulte destructivo.»
Como después desarrolla el Profesor Antonio Piñas a lo largo de su libro y en la p. 47 concretamente: «Cierto, la persona es un ser individual, es insustituible: ningún otro puede vivir, ni querer, ni sentir, ni morir por mí mismo. Me podrán reemplazar en el trabajo que realice, pero nunca reemplazarán mi personal modo de realizar mi trabajo o cualquier otro rol.» p. 49 » Gracias a que la persona es una realidad no acabada, puede siempre esperar algo nuevo de sí misma. El ser personal está abierto al futuro, donde reside la esperanza. /…/ Sabemos algo de lo que un hombre es en el preciso momento de estar refiriéndonos a él, pero no sabemos lo que será. Etiquetar es un error, porque es cosificar al otro, identificándolo con un aspecto parcial de la realidad o con una faceta accidental de su momento circunstancial (son expresiones del tipo «fulanito no es más que…).
Pero sí somos más que aquello que somos ahora. La realidad dinámica de la persona hace de ella un ser para la esperanza.»
En resumen, después de leer el libro, he llegado a la conclusión de que todos podemos trabajar por conseguir llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos, aunque hasta el final de nuestra vida no sabremos si lo hemos conseguido o no. Porque siempre estamos sujetos a cambio, siempre podemos mejorar. No somos un proyecto acabado. La excusa de «yo soy así» no sirve. Yo soy así en este preciso momento, pero mañana, si pongo de mi parte y me esfuerzo y quiero, puedo ser de otra manera (mejor o peor). Nadie puede limitarnos salvo nosotros mismos. Es cierto que en la vida nos ocurrirán cosas que no dependerán de nuestra elección, pero sí la actitud con la que nos enfrentemos a ellas, y esta opción será determinante para convertirlo en algo positivo o negativo para nosotros. Cuando escuchas testimonios de personas que han experimentado grandes sufrimientos en su vida, lo ves claro, descubres que valoran ese dolor, ya que gracias a él, han conseguido dar un mayor sentido a su existencia, han aprendido a valorar la vida y la felicidad de otra manera, mucho mejor, de forma más intensa.
Y pienso que hablar de este libro en este blog viene bien porque a un despacho de abogados se suele acudir, por regla general, con algún problema, de algún tipo, que necesita solución. No conozco muchos casos de personas que visiten la consulta de un abogado por gusto. En todo caso para prevenir alguna situación que actualmente no se está dando, pero que se ve posible a corto o medio plazo y se pretende, con el asesoramiento correcto, evitar o mitigar sus efectos. Normalmente esos problemas suelen llevar aparejados sentimientos de tristeza, desesperanza, frustración... A veces porque quien necesita ayuda para ese problema concreto ha sido el único responsable de haber llegado a situación, se ha equivocado, ha realizado una mala acción, ha cometido un delito… y ahora se encuentra ante la justicia que le pide cuentas de sus actos. O al revés, no ha buscado esa situación, ha sido la víctima. El azar, la suerte, o la decisión de otra persona, lo ha colocado en esta situación de crisis o sufrimiento.
Pues bien, nadie tiene que conformarse con lo que es en este preciso instante, en su mano está querer cambiar, mejorar, evolucionar, aprender de sus errores. No importa si por circunstancias hemos ido tomando decisiones incorrectas que nos han hecho salirnos del camino que nos lleva a la plenitud, a mi yo ideal. Siempre podemos retornar, en las consecuencias de estos errores llevamos la penitencia. Siempre podemos empezar desde el kilómetro cero o desde el punto kilométrico justo en el que nos desviamos de nuestro destino. Los hombres podemos equivocarnos, pero también podemos aprender de esos errores y mejorar.
Si estás atravesando un mal momento, si la vida que llevas actualmente no te gusta, o te sientes insatisfecho, si te encuentras inmerso en una situación que no has buscado y que te supera, tienes que pensar que de las crisis se puede salir reforzado, gracias a ellas se pueden producir grandes cambios y progresos. No puedes decidir todo lo que te pasa, pero sí con qué actitud te enfrentas a esas situaciones. Como dice Einstein y así lo recoge el profesor Antonio Piñas en la p.101:
«La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado (…) El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida en una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos (…) Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.»
Por lo tanto, el post de hoy es un post de esperanza en el ser humano. En el individuo concreto. En el ser con nombre y apellido, que sabiéndose imperfecto lucha cada mañana por mejorar para conseguir la mejor versión de sí mismo. Y que de la tristeza, de la desesperanza, del dolor y el sufrimiento puede extraer frutos positivos. Renacer de nuevo con más fuerza y más vitalidad.
Y para terminar quiero trasladaros el poema de Ignacio Aldecoa que Antonio Piñas recoge en su p. 87:
Si para ganar lo que gané
Tuve que perder lo que perdí
Tengo por bien sufrido lo que sufrí,
Tengo por bien llorado lo que lloré.
Porque después de todo, he comprendido
Que no se goza bien de lo gozado
Sino después de haberlo padecido.
Porque al fin he comprendido,
Que para estar ahora apasionado
Fue menester haber sido herido.
Que lo que el árbol tiene de florido,
Vive de lo que yace sepultado.»
- «Los procesos de cambio de la persona. LLegar a ser quien soy». Antonio Piñas Mesa. Colección Sinergia. Serie Roja. Imprenta Kadmos, Salamanca, 2013.
Rosa Pilar Sáez, 4/12/2019
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