Tan necesarias como las vacaciones son nuestras rutinas.
Finalizado el periodo vacacional, si éste ha sido lo suficientemente largo para permitirnos descansar y cambiar de aires y actividades, todos sentimos la imperiosa necesidad de retomar los hábitos y las rutinas que vamos a procurar mantener durante el resto del año y que alteramos en el verano, en mayor o menor medida.
Tanto los adultos como los niños necesitamos tener una vida ordenada y organizada. Los hábitos y las rutinas aportan un mecanismo importantísimo de constancia y regularidad y, por eso son fundamentales tanto para la vida familiar como la escolar.
Son costumbres, actitudes, formas de conducta o comportamientos que nos facilitan hacer frente a los acontecimientos cotidianos.
En cuanto se convierte en monotonía es importante buscar cómo salir de ella y establecer otras nuevas, pero no prescindir totalmente de ellas, puesto que la ausencia de rutinas y hábitos conlleva el caos y el desorden.
Qué nos proporciona la rutina:
- Seguridad. Sabemos de antemano cómo tenemos que actuar y evitamos sorpresas que generan inseguridades.
- Confianza. La seguridad que da la rutina hace que la confianza en uno mismo crezca.
- Más tiempo. La rutina que siempre es fruto de la experiencia previa nos da más tiempo. Cuando la vida y sus tareas están organizadas previamente y además conocemos cómo se desarrollarán es mucho más sencillo encontrar huecos para hacer cosas imprevistas con algo más de organización
- Organización. La vida es mucho más organizada cuando hay rutinas establecidas.
Qué ocurre con los hijos de padres separados:
Una separación o divorcio supone cambios en la organización de la vida familiar. Es inevitable.
Para evitar que los niños desarrollen problemas, los padres que se separan deben procurar que los niños sufran los menores cambios posibles en su día a día.
Obviamente los niños pueden modificar algunos hábitos, sin problema, si es necesario, pero lo que no se debe hacer es cambiar todos los hábitos, o toda la organización de golpe. Tampoco se debería permitir que cada día o cada semana sea distinta a la anterior.
Sea en custodia exclusiva o compartida, los niños necesitan mantener rutinas y hábitos, esto les permite conocer su nuevo contexto, les ofrece tranquilidad y seguridad y les evita que sufran estrés.
Así, aunque ya no vean a sus padres/madres todos los días y estén viviendo un cambio, el impacto será menor si saben de antemano qué días están con papá/mamá, saben que podrán asistir a sus actividades extraescolares, y por tanto, que van a mantener sus rutinas y hábitos independientemente de que estén con uno u otro progenitor.
Rosa Pilar Sáez, 5/9/17
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