Se aproximan las vacaciones escolares de verano y por una parte, los padres y madres están deseando que sus hijos descansen de las clases y los deberes y por otro están temiendo cómo van a organizarse con ellos en estas fechas.
Escuelas de verano, estancias en el pueblo con los abuelos, campamentos… hay que buscar algún tipo de recurso para ellos, sobre todo si los padres trabajan en esta época.
Estos problemas se agravan en caso de padres separados. ¿A quién le toca elegir este año?, ¿Me coincidirán mis vacaciones del trabajo con el periodo que me corresponde mi hijo? ¿Me entregarán a mis hijos sin problema cuando llegue el día? ¿Me quedaré con el viaje pagado y sin poderme llevar a mis hijos?...
Son muchas las situaciones que se plantean en estas fechas.
Lo ideal sería que ambos progenitores, pensando sólo y exclusivamente en el interés de sus hijos, fueran capaces de llegar a acuerdos. Todo sería más fácil para todos. Pero por desgracia, no siempre ocurre así, y por motivos variados, estas fechas se convierten en un semillero de problemas.
Ya tratamos en otro post cómo se puede actuar ante los incumplimientos de alguno de los progenitores, así que recomiendo leer ¿qué hacer si nuestro «ex» incumple el régimen de visitas?, por lo que no voy a repetir lo que ya expuse en aquella entrada.
En esta, dejando consideraciones jurídicas aparte, os voy a ofrecer mi opinión sincera sobre el asunto. Considero que el incumplimiento – total o parcial – de la obligación de entregar a los menores para que cumplan el período de vacaciones con el otro progenitor tiene muy mala solución en caso de que exista voluntad manifiesta de incumplir por una de las partes, que aunque no me guste reconocerlo suelen ser las madres, que son las que en un porcentaje mayor tienen atribuida la custodia exclusiva de sus hijos. Siendo los padres los principales perjudicados por estas decisiones.
Los niños, en ocasiones y por variados motivos, unos por propia voluntad y otros por la voluntad de los mayores expuesta a través de sus hijos, son los que manifiestan su negativa a pasar temporadas con el progenitor no custodio. En mi opinión considero que no es conveniente forzar una situación desagradable para todos y que puede estropear todavía más las relaciones paternofiliales. Por experiencia sé que el cumplimiento obligatorio de vacaciones o visitas suele tener efectos negativos en las relaciones de padres e hijos. Los menores que se ven obligados a marcharse con una parte de la familia cuando no están de acuerdo, sufren y los enfrentan todavía más a ellos.
En caso de que los menores sí quieran pasar tiempo con el progenitor no custodio, pero sea el custodio el que se niegue a entregarlos, bien por no estar de acuerdo con qué periodo corresponde a cada uno, motivos laborales, o cualquier otra justificación, el padre puede acudir a pedir amparo a los Tribunales. Si bien, esta actuación, se demorará en el tiempo, y cuando queramos solucionar el problema, seguramente habrá terminado el verano, o habrá pasado la temporada que habíamos planificado para estar con nuestros hijos.
El haber despenalizado el incumplimiento del régimen de visitas, (que como ya hemos dicho en otros post, no mejoraba la situación tampoco) no arregla el problema, tampoco sirve para desincentivar al incumplidor. Se dice que el incumplimiento reiterado de los regímenes de visitas puede suponer un cambio en la custodia, si bien, esto es prácticamente imposible, sobre todo cuando la relación con el progenitor no custodio es prácticamente inexistente, por causas, a veces, solo imputables al cónyuge custodio.
Por lo que la situación es bastante complicada. Y pienso que no tiene solución jurídicamente. La única solución es que los padres, y especialmente las madres, seamos conscientes del derecho que tienen nuestros hijos a relacionarse con su padre y con su madre, así como con la familia extensa de ambos. Que cuantos más acuerdos lleguemos, y más fácil se desarrollen los acontecimientos, mejor será para que nuestros hijos afronten con normalidad la separación de sus padres.
Creo que nos queda todavía mucho por andar y que sólo nosotros podemos favorecer que nuestros hijos asuman la separación como un hecho que afecta a sus padres pero no a sus relaciones paterno filiales.
Rosa Pilar Sáez Gallego, 9 de junio de 2017
Deja una respuesta